Lucía y su regalo

Hoy te cuento una historia navideña, la de Lucía, que puede ser la tuya o la de alguna mujer que conozcas. Recuerda que todo es posible siempre, no tiene por qué ser solo en Navidad. Los regalos son para recibirlos cuando llegan a nuestra vida.

Las luces de Navidad brillaban en las calles y en las ventanas de muchas casas. Mientras Lucía las contemplaba se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que sentía que le faltaba algo. A pesar de la alegría que la rodeaba en los tiempos navideños, Lucía se sentía perdida. Cuando sus hijos escribían la carta a los Reyes Magos ella los observaba con dulzura, le encantaba verlos tan felices y le maravillaba lo claro que tenían sus deseos. Sin embargo, ella no sabía qué le gustaría desear, no tenía nada claro.

Una tarde, mientras paseaba por el mercado navideño buscando unos regalos, se detuvo en un puesto decorado con luces brillantes. Una anciana vivaracha y de ojos chispeantes la miró, le sonrió y le preguntó: «¿Cuál es tu deseo para esta Navidad?».

Lucía se encogió de hombros y respondió: «No lo sé. Todos parecen saber lo que quieren, pero yo… no tengo ni idea».

La mujer asintió comprensivamente y le dijo: «A veces, el mayor regalo que podemos recibir es conocernos a nosotras mismas. Ven, acompáñame».

Intrigada, Lucía siguió a Carmen por el interior de la caseta hasta una pequeña habitación. Allí, el ambiente era acogedor, una simulada y pequeña chimenea y estanterías llenas de libros. «Aquí encontrarás un tesoro», dijo Carmen mientras le entregaba un diario en blanco.

«Escribe en él durante las próximas semanas. Reflexiona sobre tus pensamientos, tus emociones y tus experiencias. Descubrirás cosas sobre ti misma que nunca habías imaginado» – concluyó.

Lucía aceptó el desafío y comenzó a escribir cada día. Al principio, le costó expresar sus sentimientos, pero con el tiempo, las palabras comenzaron a fluir como un río. Escribió sobre sus miedos, sus sueños olvidados y las cosas que realmente le hacían feliz.

La mañana del día 5 de enero, Lucía se dio cuenta de que su verdadero deseo no era material, sino que era recuperar su pasión por la pintura, algo que había dejado de lado por miedo al qué dirán y porque, desde niña, todo el mundo le había dicho que no se puede vivir de la pintura, que no tendría para comer y se moriría de hambre. Escribir en el diario que Carmen le había regalado, había permitido a Lucía explorar su interior y descubrir lo que realmente quería.

Esa misma noche, noche mágica por excelencia, Lucía decidió hacer algo diferente y, cuando ya todos en casa dormían, ella se puso a escribir una carta a sí misma, prometiéndose seguir su pasión por la pintura y explorar su creatividad sin miedo.

Cuando terminó de escribir, sintió una paz interior que nunca había experimentado antes y fue entonces cuando comprendió que el autoconocimiento es el regalo más valioso que podía recibir.

La mañana siguiente, mientras sus hijos abrían sus deseos hechos realidad y otros regalos con entusiasmo y alegría, Lucía sonrió al recordar lo que la noche anterior había aprendido: conocerse a una misma es el primer paso para vivir con intención y dando sentido a la vida que, en sí misma, ya es el gran regalo.

Fue así como comenzó su viaje hacia una vida auténtica y genuina. Lucía siempre recuerda con gran cariño aquella Navidad, a Carmen a la que nunca ha vuelto a ver, y aquel diario que sigue escribiendo desde entonces.

Gracias por tu tiempo.

Un abrazo genuino y Feliz Navidad.